En su quinta versión, el Global Teacher Prize fue, por primera ocasión para un docente de África, Peter Tabichi, por llevar desde su clase de Innovación Científica cambio a una pequeña comunidad rural de Kenia.
Por primera vez, un docente africano recibió el Global Teacher Prize, también conocido como el Nobel de la educación, que entrega la Fundación Varkey y que reconoce al mejor maestro del mundo.
Este año, en la quinta edición del premio, Peter Tabichi se llevó el galardón, por su proyecto de ciencia en una comunidad alejada de Kenia. El premio se anunció en el marco del Global Education & Skill Forum, el evento más grande de educación en el mundo, donde participaron 1.700 personas de 144 países.
Tachibi recibirá un millón de dólares para seguir desarrollando su programa pedagógico e invertir en su comunidad educativa.
“Esta es una sorpresa, no solo para mí, para Kenia o para África, sino para todo el mundo. Estamos mostrando que los profesores importan”, dijo Tabichi cuando recibió el premio, acompañado de su padre en tarima.
Según él mismo dice, lleva la docencia en la sangre. Proviene de un largo linaje de profesores, que le enseñaron la pasión por la enseñanza y el servicio a la comunidad. De hecho, dona 80% de su sueldo a proyectos sociales de su aldea.
Este profesor de Ciencia ha transformado la escuela secundaria Keriko, Pwani, una pequeña aldea en la zona semiárida del Valle del Rift, mediante diferentes proyectos para incentivar la ciencia y las matemáticas.
Tachibi empezó un Club de Ciencia tan exitoso, que 60% de los proyectos clasificaron a competencias nacionales. En la Feria Nacional de Ciencias y Ingeniería del año pasado, sus estudiantes inventaron un dispositivo que le ayuda a los ciegos y a los sordos a medir diferentes tipos de objetivos.
Sus estudiantes también ganaron un premio de la Royal Society of Chemistry de Reino Unido por crear una máquina que almacena energía de plantas y desechos orgánicos.
También implementaron huertas escolares para ayudar con el problema de inseguridad alimentaria de la comunidad.
“Nos reunimos en conjunto con la comunidad y buscamos soluciones creativas para enfrentar este reto, cosechando lo que se va a cocinar. Es una zona muy árida por lo que cosechamos raíces tolerantes en esas áreas. Los fines de semana, arreglé con la gente de la comunidad para que se organicen para regar cuando están libres.”, le dijo Tachibi a Semana Educación.
Con todas estas acciones, la cobertura de la escuela se duplicó en tres años y los casos de indisciplina cayeron 30% en el mismo periodo. Además, aumentó la proporción de egresados que entran a la universidad y el rendimiento de las niñas ahora supera al de los niños.