En Tagachí, la fiesta a la Virgen de la Candelaria tiene lugar cada 2 de febrero. La preparación de los devotos se extiende a diversos poblados donde se encuentran los parientes, especialmente en Quibdó, donde días antes de los actos centrales se dan cita en un bote transportador de madera para embarcarse con decenas de personas, músicos, comida y bebida rumbo a la celebración. Allí la fiesta religiosa se anuncia en el amanecer con música y voladores.
A las cinco de la mañana sale el bunde, un grupo de gente que va bailando y recorriendo todo el pueblo al ritmo de la chirimía. Las calles pueden estar inundadas, pero esto no es un impedimento para ‘bundear’, en un espacio de encuentro y jolgorio, donde los cuerpos danzan, saltan y se chocan unos con otros creando un ritmo colectivo donde no es el baile de uno, sino el baile de todos.
Muchos dicen que el eje de la fiesta es el bunde, otros por el contrario, vienen por las celebraciones religiosas, pero esto no implica una separación radical entre lo uno y lo otro; el baile, el canto y la alegría son parte central de estos ceremoniales de la región.
Lo que en muchas fiestas se designa puntualmente como dimensiones sagradas y profanas, en este escenario permite descubrir canales de contacto para crear nuevas modalidades de celebrar lo sagrado.
TOMADO DE: http://www.revistacredencial.com/credencial/historia/temas/celebrar-el-santo-en-el-choco